Coloquiales, Sin categoría

198- Batallita del abuelo

Mira, chaval, cuando yo era joven… Oh, aquello sí que era duro. Me comí con patatas la crisis del 2008 y la del 2009… Y la del 2010, y la otra, y la otra… Hasta el 2024 no empezamos a crear empleo. Tu padre ya no lo vivió, pero claro, sus problemas fueron otros, con el tema de los huracanes que empezaron a llegar cada verano. Bueno, que me voy. ¿Qué estaba diciendo? Ah, sí: que el abuelo Oscar se enfrentó a una tasa de paro juvenil del 50%. No sé en cuanto estuvo, pero vamos, uno de cada dos chavales que ahora tenían tu edad no tenían trabajo. Ahora simplemente se programa el mercado laboral a veinte años vista según los bebés que nacen, pero entonces no sabíamos hacer eso.

En esos años, no paraba de licenciarse gente. Yo incluso me saqué un máster. Que ahora son obligatorios pero entonces no lo eran, ¿sabes? Y claro, sin programación, no encontraba trabajo ni a tiros. Yo quería trabajar en una agencia de publicidad como redactor. Así que me puse a hacer lo que mejor sabía, pero devanándome los sesos y escribiendo cada día… Sí, sí, cada día escribía la misma carta pero siempre tenía un estilo distinto. Es como las broncas que te pegan. Tu profesora, tu padre, tu madre y tu abuela te dicen lo mismo. Pero todos con su tono y sus palabras. Y tú no enteras, bribón, pero si te lo dijeran 365 personas distintas, lo mismo prestabas atención. Yo pensé un poco en eso, porque mis posibles jefes eran un poco cómo tú: tenían tantas cosas en que pensar que no me escuchaban.

Qué guapa estaba entonces tu abuela… Recuerdo cuándo se leyó todas mis cartas. Porque estuve escribiéndolas durante un año. Le hacían reír  Éramos jóvenes, claro. Haces ese tipo de locuras, lo llevas todo al extremo. Siempre teníamos ganas de hacer cosas nuevas y energía de sobras para intentarlo y meternos una leche después. Aunque a veces, no. Es que, claro, eso que dicen que los viejos tenemos la experiencia de haber vivido y eso… Yo no lo tengo claro. Porque a mí me vienes tú con un problema de los de ahora y yo solo sé llevarme las manos a la cabeza. Lo que no ha cambiado es que la juventud siempre tenéis esa energía… Si queréis.

Mira, aquí están todas las cartas. Siempre decían lo mismo, ya verás. ¿Quieres leer alguna? ¿Quieres que te cuente cómo las escribía y hacemos una entre los dos, así, por jugar?

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