SÓCRATES: En lugar de presentar tus méritos por escrito, Oscar, tal vez aceptarías dialogar sobre ellos. Tanto tú como yo los conoceremos mejor en esta forma.
OSCAR: Que así sea, Sócrates. Siempre se comprende aquello con lo que podemos relacionarnos e interactuar. Es un principio básico de la publicidad.
SÓCRATES: Dime, Oscar, si es cierto que basas tu camino hacia el conocimiento en la repetición. Y si es así, dime si eres conocedor de que la verdad no se halla en cuántos la defienden ni en cuántas veces se reitere. La verdad y el conocimiento son verdad y son conocimiento por sí mismos. La repetición pues, no lleva al talento ni al conocimiento.
OSCAR: De la repetición aparece el hábito, como bien sabrás, Sócrates. Y del hábito nace la habilidad y solo de ahí proviene el talento. Yo no persigo el conocimiento, pues tengo un modesto talento. Yo persigo, simplemente mi reconocimiento.
SÓCRATES: Entonces tus fines son los del sofista y tus armas son las falacias, pues la repetición termina convirtiéndose en rutina, en un camino repetido mil veces que te hará ignorar todo lo que este no recorra.
OSCAR: Bien cierto es, Sócrates. Pero yo no pretendo que mis fines sean los tuyos. Te respeto profundamente, pero mis estudios y mi futuro están en el sofismo.
SÓCRATES: Tu sinceridad te hace bien. Sin embargo, sigues cometiendo un error.
OSCAR: ¿Cuál?
SÓCRATES: La sofisma que ya te he mencionado… la repetición sin criterio terminaría convirtiéndose en rutina, en una costumbre que terminará pareciéndote cierta porque, a pesar de su falsa manifestación, será lo único que habrás visto. Debes variar en tu repetición.
OSCAR: Pero ¿cómo, oh Sócrates?
SÓCRATES: Simplemente, escucha y aprende.
OSCAR: Os escucho, maestro.
SÓCRATES: No me escuches a mí. Yo solo sé que no sé nada.
OSCAR: ¿Puede que solo desde la humildad lleguemos a entender lo que nos dicen los demás? No importa cuán sabio sea un hombre ni a cuantas escuelas haya asistido si no sabe adaptarse a su entorno, ni a quienes le escuchan.
SÓCRATES: Esas han sido tus palabras. Dedica cada día más tiempo a escuchar a quienes te escuchan a ti y conocerás. Volviendo a tus palabras, en el hábito encontrarás tu talento.
OSCAR: Más yo busco con mi talento crear un hábito que no tengo y que me otorgue la repercusión que deseo.
SÓCRATES: Admite tu ignorancia, Oscar. Jamás sabremos qué prima, si el talento o el esfuerzo. Jamás sabrás si alcanzas tus metas gracias a tus hábitos o a un talento del que ignorabas su forma verdadera.
OSCAR: Aunque ahora tengo más preguntas que respuestas, me parecen más valiosas las primeras que las segundas. Gracias por tus palabras, Sócrates.
Una propuesta de Susana Pérez Blázquez