A ver, Efregia, usted estuvo ahí, verdad? Cuente a los espectadores de Actualidad Ahora lo que pasó, por favor.
Pues este niño, Oscar, digo niño porque es muy jovencito… Yo lo vi cuándo se lo llevaban… Se conoce que estaba en paro, ¿no? Y entonces pues trató de conseguir trabajo, pues imagino yo que lo hizo a lo bestia. No parecía que tuviera mala intención… Me dio pena, pobrecico, porque mi Gumersindo también está parado.
¿Cuándo vinieron los bomberos? ¿Estuvieron mucho rato?
¿Para sacarlo de habitación? Dos horas y cuarto, por lo menos. Se ve que se habría quedado atrapado con todas las cartas que iba a escribir para pedir trabajo.
¿Y para quién eran tantas cartas?
Me explicó la madre del chiquillo que no eran para nadie, que eran todas la misma. Ay, no sé, es muy raro. Que se conoce que el niño buscaba trabajo de algo de anuncios, cosas modernas, que él insistía que había que pedir trabajo así, de una forma diferente… Y mira, han tenido que venir los bomberos.
¿Puede decirnos algo más de Oscar?
Ay, pues era muy majo, no parecía que pudiera ocecarse con un tema así de esta manera. Se sacó la carrera a la primera y ahora estaba estudiando de esto que hacen ahora después de la carrera, un gángster, no, un máster. Se conoce que había trabajado de lo suyo y que había hecho alguna cosilla por ahí, que las vecinas decíamos en el patio, ay, esto lo ha hecho el hijo de los Arenas.
¿Es decir que el autor de campañas importantes se ha quedado encerrado después de escribir centenares de cartas? ¿Conoce alguna de esas campañas?
Mi niña, pues no sé, yo de esto no entiendo… Pero entrevístale a él que te lo contará cuando se le pase el chasco.
¿Sabría decirme, Efregia, por qué tantas cartas distintas?
Hombre, digo yo que aunque sea del género tonto, tiene mérito escribir tantas cartas que, papelito a papelito termines no pudiendo abrir la puerta de tu habitación. Si es que no tiene maldad, el chaval. Yo lo contrataba, si supera de qué quiere trabajar.