El primer día, Dios se puso a escribir.
E ideó la creatividad y creó las ideas. Dispuso que la publicidad trabajara con ellas.
El segundo día, Dios creó a los publicitarios y a las agencias. Y dispuso que trabajaran en Publicidad, con la creatividad y las ideas.
El tercer día, Dios creó a Oscar Arenas Larios, su licenciatura y su máster.
El cuarto día, Dios puso a Oscar a trabajar en una agencia publicitaria como redactor.
Y le dijo «Tendrás ideas con placer y no te ganarás el pan ni con el sudor de tu frente». Y Oscar escribió.
Al quinto día, Oscar pecó: creyó poder poseer la idea original y fue desterrado de la agencia. Dios le dijo «Vagarás por la Tierra un año entero buscando tu puesto». Y Oscar no perdió su fe y continuó escribiendo: siempre lo mismo pero nunca igual, encontrando la creatividad en toda la creación del Señor. Y vio que la idea original no se encontraba en las agencias.
Al sexto día, Dios vio la obra de Oscar y le propuso una forma de escribir sus epístolas. Y Oscar aceptó.
Al séptimo día, Dios descansó. Pero Oscar siguió escribiendo y aún lo hizo, por lo menos hasta el trigésimo vigésimo cuarto día.