De Raymond Queneau, Emocionales, Estándares, Sin categoría

268- Impotente

¿Quién soy yo para cambiar algo de lo que me rodea? No puedo hacer nada,  solo soy Oscar Arenas Larios, ninguno de mis apellidos puede hacer nada por mí y la maltrecha economía de mi familia, aún menos. Sin dinero y sin trabajo, levantar cabeza ya es una tarea titánica. ¿Cómo levantar la economía, entonces?

Siempre puedo vagar buscando trabajo, agencia tras agencia, coleccionando noes, lo sientos, quieres ser becario, no buscamos a nadie o eres demasiado joven. ¿Qué decirles? ¿Que miren mi book? ¿Que yo soy distinto, que yo soy un buen copy? Deben haberlo oído tantas veces ya…

Al final, no sé ni cómo escribir esto. Dar pena no es una opción pero el optimismo es algo utópico. Tengo la sensación de que no existe una forma correcta de pedir trabajo y de que, si existiera, yo no tengo por qué ser su descubridor.

Pese a todo, reescribiré esta carta cada día del año emulando los ejercicios de estilo. Porque me distrae y porque tampoco tengo nada mejor que hacer. Sin embargo, sospecho que si no lo hiciera, conseguiría los mismos resultados.

Creativa y laboralmente, el paro te ata de manos y pies, rebaja tu potencial. Porque da la sensación de que si no tienes trabajo es por algo. Es muy difícil sacudirse esa etiqueta… ¿Cómo describir esa sensación en la que todo lo que hagas solo será una coartada de tu presunta ineptitud? Licenciarse no sirve de nada, estudiar un máster aún menos si tampoco lo terminas… Y trabajar de sol a sol en una gran multinacional es solo una actualización anodina de un perfil de LinkedIn.

En cierto modo, aún no he perdido las ganas de experimentar. Aunque no sirva de nada me gusta lo que hago. Y aunque mi motivación esté por los suelos, el mejor momento de las entrevistas siempre es aquel en el que pido que me pongan a prueba, que me digan qué estilo debería adoptar para estas cartas de frustración e impotencia… aunque no sirvan de nada.

Standard