Porque lo intento y no,
con cada carta que ignoras
soy un poquito más tuyo.
Tu redactor creativo,
tu domador de palabras,
encabritando con mis textos
tu asco y tu paciencia.
Licencia sin permisos.
Bolsillos sin blanca.
Portafolio sin crédito.
¿Cómo se defiende uno
de la propia juventud?
¿Cómo librarse a tientas
de la oscura culpa ajena?
¿Acaso mi papel
no tiene texto
en este destino sin fin?
Con un nombre más,
y el azar por apellido,
gritaré en silencio el motivo
de mi año sin días.
Y volveré a concentrarme
en unos estudios que terminarán
entre el nunca y el quizá.
Pero con la fe de un ateo,
abriré el libro de los imposibles
por la inercia del susurro
de esas páginas que nadie leerá.
Sin embargo sé que vendrás, lento,
pues tuya es la idea que le falta
a mi rompecabezas amputado.
*En el quinto aniversario de la muerte del poeta.