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232- Muerto

Hola,

No sé cuánto tiempo llevo en este estado ni sé si puedes recordar quién soy. Los segundos corren a un ritmo distinto al otro lado de unas flores y de la placa dónde gravamos «Familia Arenas Larios». Sí, lo has leído bien. Estas letras salen directamente de una tumba. Esto sí es una auténtica locura, por si no lo fueron las 232 cartas para pedir trabajo que escribí antes de dedicarme al cultivo de la malva.

¿Cómo es posible que estés leyendo esto? Yo he aprendido a convivir con lo inexplicable. Sin embargo, este no es un texto que haya programado ni nada por el estilo. Escribo en directo. Simplemente, hay cosas que no puedo explicarte ahora mismo, en virtud del contrato de confidencialidad  más importante que he firmado en mi vida. Y no me refiero al que firme cuándo empecé a trabaja en esa multinacional de la publicidad interactiva. El contrato de mi vida implicaba la muerte: no podemos contaros qué pasa aquí ni por qué, así que no hablemos de ello.

No quiero que parezca que me quejo, aunque es más dinámico y emocionante estar vivo, aquí tengo un puesto garantizado durante mucho tiempo, un seguridad envidiable (ningún accidente laboral podría acabar conmigo) y además, las jerarquías no cuentan aquí. Aunque tenga un máster o una carrera, no hay privilegios ni desigualdades.

Como puedes imaginarte, escribir esta carta supone un esfuerzo considerable ya que no puedo moverme ni llevar a cabo procesos biológicos que harían de la escritura algo sencillo. Espero que lo valores como un ejemplo de motivación y superación. Por corta que fuera mi vida, me la pasé escribiendo (en especial los últimos meses) y dónde hubo siempre habrá.

Pedirte que me entrevistes es un acto de osadía sin precedentes. Puede que nunca hayas hecho nada igual. A los vivos os dan miedo los muertos. De todos modos ahora mi book cuenta con la bendición de la historia. Suele pasar. De repente mis ideas se revalorizarán y valdrán mucho más. ¿Has pensado en eso?

Estás pensando muchas cosas. Entre ellas, que todo esto es falso. Vale, es verdad, no estoy muerto. ¿Cómo narices voy a estar muerto? Pero estar en paro y no poder hacer lo que te gusta es como estarlo… Y ¿qué mejor forma de llamar tu atención que decirte que he pasado  a mejor vida? ¡Dónde vamos a llegar!

Descubre lo vivo que puedo a llegar a estar proponiéndome cómo debería escribir esta carta mañana.

Una propuesta (muy loca) de Jose Ildefonso

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