Formales, Sin categoría

24- Divagaciones

Le deseo muy buenos días, aunque con la que está cayendo y con este bochorno horroroso cualquiera se atreve a tomarse literalmente algo que, al fin y al cabo solo es una fórmula de cortesía.

Me permito interrumpir el fluja de su rutina para dirigirme a usted con un propósito harto sencillo y que procederé a exponer sin más dilación: he cesado todas y cada una de mis actividades laborales remuneradas y requiero un trabajo como escritor, juntador de palabras o sea lo que fuere que me permita trabajar con ideas y palabras en el marco de su departamento creativo.

Si lo prefiere, quiero una posición como redactor creativo pero soy poco amigo de tener que definirlo con pocas palabras ya que, al final, limitar la cantidad de opciones limita la calidad de la vía escogida. En cierto modo es como si los límites, las acotaciones y las etiquetas dividieran y parcelaran la mente para acotar nuestro potencial y dirigirlo a pequeñas tareas en lugar de pensar en grande.

Aunque, claro yo no soy nadie para hablar de esto porque yo mismo he tenido que inventarme etiquetas para las 24 cartas de presentación que he escrito hasta ahora… ¡Qué casuadlidad! Ya van tantas como horas tiene un día, qué rápido pasa el tiempo, ¿verdad? Decía… Que he tenido que nombrar las 24 cartas de presentación que he escrito y claro, a todas he tenido, en cierto modo, que limitarlas, para distinguirlas entre ellas y, admitámoslo, para influir en las expectativas del lector sobre lo que encontrará en ella. Y no sin cierta pena, porque cuando una carta se bautiza como rococó… ya no puede ser popular o parecida a un mantra budista o quizá sí. En cualquier caso, si la asemejáramos sus características a otro estilo distinto a la etiqueta que le hemos puesto ¿podria seguir mereciendo ese nombre? ¿Sería coherente?

Algo parecido pasa con los estudios. Parece que especializarse en algo termina cerrándonos determinadas puertas. En realidad, todos deberíamos tener acceso a cualquier saber en cualquier momento. Aunque lo cierto es que, al final, uno se deja de utopías, escoge un camino y se despide de todo a lo que ha renunciado. Es muy doloroso, eso de despedirse siempre del 99,9% de las cosas que nos impediran ser grandes en todo. ¿Y todo, para qué? Para ser pequeños en algo y evitar ser grandes en todo… Esta pequeña despedida, en mi caso, fué para dedicarme a la Publicidad. Aunque, he ahí otro absurdo. Dentro del negocio publicitario hay muchos profesionales distintos en muchas disciplinas distintas que quizás merecerían titulaciones a parte para cada uno. Por eso, cuando ya se ha empezado la especialización, solo podemos huir hacia adelante. Pero ojalá que almenos lo encontremos y no nos lo quiten. Para seguir buscando esa pequeña parcela de conocimiento que regar con mi trabajo diario, yo estoy terminando un máster ahora mismo. Estoy un poco en el limbo porque, casualmente, estas mismas palabras son parte del trabajo que me permitirá terminarlo y creo que si nos metemos por aquí caeremos en el metalenguaje y nada me gustaría menos que irme por los cerros de Úbeda. Sí, eso puede ser la perdición. Hay que ser breve, claro y conciso. Lo sé por experiencia profesional: no perder el hilo, a trabajar duro y a centrarse en lo que está haciendo. Eso la universidad no te lo enseña, pero durantre más de un año en una agencia multinacional lo cierto es que no te queda otra. Reconozco que todo eso se hace en nombre de la eficiciencia y la paz social pero cada vez tengo menos pudor en afirmar que el trabajo adulto es un peldaño más en nuestra cadena de renuncias para hacernos cada día más pequeños en lo que a conocimiento se refiere.

No puedo dejar de pensar en eso, ¿sabe? Yo aún soy joven y eso puede ser un lastre de mucho peso (valga la redundancia) para dar de una vez por tdoas con el trabajo al que me voy a dedicar los próximos años, pero qué quiere que le diga: puedo cobrar menos que un trabajador experimentado, por aquello de la antigüedad, que no digo que no la merezcan si uno se rompe la espalda día tras día picando piedra, ¿eh? Bueno, cuestión, que yo podría, siendo joven, trabajar incluso más  que un, llamémosle viejo (no tengo voluntad ninguna de faltar, usted comprenderá, solo pretendo que nos aclaremos fácilmente y podamos dar por terminada esta breve conversación cuanto antes, para no perder tiempo) y encima proponiendo nuevas visiones. Habría que ser más valiente en este aspecto, no habría que dar rodeos innecesarios y atreverse a contratar los jóvenes.

Y precisamente pese a ser joven, he tenido la inestimable oportunidad de realizar unas cuantas campañas interesantes: las hay en prácticamente todos los medios y aquí, permítame que siga insistiendo en la cuestión de las etiquetas y los categorías, que cada vez pierden más el sentido en publicidad… son piezas y punto, ¿qué más da el escenario en el que se representaran si fueron pensadas y ejecutadas para llegar hasta a un público con creatividad y eficacia? Crea en los encasillamientos o no, en mi book los hay, para mantener un cierto orden. Le invito de nuevo a que se recree en mis contradicciones y, de paso, le eche un vistazo a mi book. Y también, crea en los límites o no, me enorgullezco en afirmar que aunque yo me los ponga, no los tengo (supongo que se capta el matiz, más juego retórico que otra cosa, no quisiera caer en la soberbia, a estas alturas).

Uy, qué tarde se me ha hecho. Bueno, espero su llamada, su e-mail, su respuesta o cualquier cosa que quepa dentro de este formulismo. Creo que podemos entendernos y que yo puedo adaptarme perfectamente a su estilo, ya ve que soy muy concienzudo.

Ah! Se me olvidaba. ¿Dónde tengo la cabeza? Si es que cuando me voy por las ramas… ¿Por qué no me lo ha preguntado antes? Me llamo Oscar Arenas Larios.

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