Emocionales, Sin categoría

319- Tenemos que hablar

Apreciado Paro,

Me encantaría poder sentarme contigo, tomarnos un café y discutir esto como dos personas mayores y no como dos adolescentes hormonados. Pero sé que no estarás a la altura de este momento, igual que nunca lo has estado para todo lo que he intentado hacer junto a ti.

He estado pensando mucho en lo nuestro últimamente. Y cuando digo mucho y últimamente, quiero que lo entiendas en su definición más amplia: llevo días escribiéndote cartas como esta sin llegar a mandártelas, siempre eran distintas pero siempre buscaban una forma de decirte lo mismo: que no me convienes. Un año es más de lo que puedo soportar. Si te parece increíble que sea capaz de escribir tanto para nada, me gustaría que supieras que mis palabras solo equivalen a una décima parte de lo que sufrido… para nada.

Yo era muy feliz antes de conocerte. Trabajaba de redactor creativo, cobrando poco y soñando mucho: cada día era un reto, pero yo estaba en lo mío. Tú me sacaste de ahí. Casi a la fuerza, sin pedírtelo. Quieres que te dedique todo mi esfuerzo y mi motivación, que sea tuyo. Pero eso no lleva a ninguna parte. ¿Qué has hecho tu por mí? ¿Caer mal a mis padres? ¿No ayudarme en nada a final de mes? ¿Menospreciar mi book y mis proyectos?

Es cierto que mientras estudiaba la carrera o el máster, e incluso mientras trabajaba, llegué a desearte con locura. A veces eras la salida fácil, la que siempre está ahí, el atractivo de la mala vida… Pero la posibilidad de que muchos me consideraran una víctima tuya me hacía recapacitar. Habías roto el corazón y la vida a muchos jóvenes (parece que te gustan así, maldito pervertido) y yo no quería ser el siguiente. Mal de muchos consuelo de tontos; consuelo para animales que tropiezan seis millones de veces con la misma piedra.

Ni siquiera has sido capaz de serme fiel:  sé que tu fétido aliento me perseguirá igual que sigues a todas tus nuevas conquistas y no sé si tendré la suficiente fuerza para evitar caer en tus brazos de nuevo. Pero te aseguro que hoy no queda nada entre tú y yo. Quizá no deberíamos haber empezado, quizá debería haberte dicho que no más a menudo, quizá no debería haber hecho siempre lo que tú querías. Creo que ha llegado el momento de ser libre de nuevo y volver obedecer las órdenes que merecen ser obedecidas.

Hasta siempre,

Oscar Arenas Larios

Standard
Coloquiales, Emocionales, Sin categoría

303- Madre pidiendo trabajo para su hijo

Mire, no lo digo porque sea mi hijo, pero la verdad es que se lo ha currado. De verdad. Oscar es cop… ¿copy?… bueno, redactor, vamos, ¡que piensa y escribe campañas! Ahora está buscando trabajo y la verdad es que es un poco cabezón y no quiere ni oír hablar de otra cosa que no sea estar en una agencia. Con la que está cayendo…

Aunque en el fondo tampoco me extraña. Le pusimos Oscar porque se dice igual en catalán que en castellano. Había que hacerle un hombre de mundo, con la mente abierta y que se adaptara a todo… y eso empezaba por su nombre, claro.

Y vaya si se adaptaba a todo. Siempre quería probar cosas nuevas… ya de pequeñito, cada día decía que quería ser algo distinto. Un día pintor, al siguiente ingeniero y al otro camarero. Y años después va y empieza a escribir lo mismo de una forma distinta cada día. Lo hace para conseguir trabajo en una agencia demostrando su talento y creo que ha encontrado su vocación, ¿no? Dice que cada día cambia de estilo porque eso es lo que deberá hacer en una agencia real para cada campaña y cada cliente. Pero siempre mantiene los puntos clave de la carta texto los mantiene. Por lo visto, esto no es nuevo, pero que él ya lleva 303 cartas y está decidido a alcanzar las 365.

La verdad es que a mí me deja patidifusa como después de la carrera (que bueno, a mí me parecía que hubiera sido mejor estudiar otra cosa, pero nunca quisimos imponerle nada) y de estar haciendo el máster, aún le falte trabajo. Bueno de hecho, se pasó un año y cuatro meses en una agencia pero aquello no era un trabajo. Allí le explotaban, a mí no me engañan. Le decían que era becario y le hacían la de la zanahoria y el burro. ¡Anda ya! Casi mejor que no esté ahí…

Sí, mira, una no puede evitar sufrir porque para mí siempre será mi niño, pero oye, ya se espabila solo: casi nunca trae ropa para lavar a casa, jamás se lleva tuppers y hasta intercambiamos recetas de cocina porque le echa ganas a todo lo que hace. Sí, es un niño, pero es un niño muy apañado

Bueno, yo se lo digo una vez y no se lo vuelvo a repetir, porque aunque haya crisis, los publicistas deberían hacer cola para contratar a mi hijo… Pues eso: entrevístele, échele un vistazo a sus campañas en una de estas entrevistas raras que se hacen en publicidad (que, yo no soy nadie para opinar pero eso no son entrevistas ni son nada).

Y si quiere comprobar su talento, Oscar permite que le hagan propuestas a las que adaptar su carta, porque no todo va a ser lo que él se inventa. ¡No tiene excusa!

Bueno, mañana le llamo otra vez y le pregunto qué le ha parecido mi hijo. Y de esto, a él ni una palabra, ¿eh?

Standard
Emocionales, En verso, Formales, Sin categoría

299- Elegía*

A O.A.L.

Pensar que ahí, en ese vacío,
rebosaban las cartas y las ideas.
Y ahora solo lo llenan los suspiros.

Desde el paro, no conquistaste nada
apenas la añoranza
de la paciencia malgastada.

Más queda tu eco en las mentes encintas,
queda tu book que no se actualizará jamás
quedan tus cartas siempre distintas.

Solo encontraremos las pruebas de tu ausencia,
encontraremos recuerdos de bar y facultad,
encontraremos un hueco en alguna agencia.

Demasiado joven para marchitarte,
madurarás en nuestra memoria,
tienes una Eternidad para hartarte.

Pero nadie duda en este aciago día
que tú reirías, si siguieras vivo,
preguntando como escribir tu elegía.

*La elegía es un género lírico con formas muy distintas, pero con un tema común: la muerte, el llanto y el luto por un ser querido. Esta ha debido escribirla alguien por mí porque yo ya estoy muerto.

Standard
De Joan-Lluís Lluís, Emocionales, Formales, Sin categoría

296- Adínaton*

Tengo tantas ganas de escribir, que lo haré hasta sin que me lo mandes. Y aunque el texto de ayer fuera perfecto, lo cambiaré a diario. Ni tan siquiera necesitaré un no.

Me adaptaré a estilos que no sé ni que existen. Y si por algún azar, vuelvo a escribir lo mismo, jamás sonará igual. Todo eso, durante 365 días: porque en el mundo de los contratos de seis meses merece que demuestre mi talento durante un año.

Estudié publicidad, seguí con un máster y de ello aprendí que teorizar sobre ideas sin practicarlas en una agencia es como beber sin tragar.

Si aún así me rechazas por ser demasiado joven, es que siempre vas a dar con cualquier excusa. Por si acaso, yo insistiré hasta que me rechaces por viejo. No olvides que mi motivación está más allá de los motivos porque nada de lo que hecho demuestra nada. Solo lo que aún no he hecho es lo que evidencia mi valía es lo que aún no he hecho.

Por eso, pídeme lo imposible, que yo interrogaré al silencio, callaré las palabras, negaré lo innegable y falsearé lo cierto para lograrlo.

*Un recurso literario primo de la hipérbole, en que se plantea una exageración imposible para respaldar estéticamente el mensaje.

Standard
Emocionales, Evocativas, Narrativas, Pastiche, Sin categoría

287- Gabriel García Márquez*

El día que lo iban a contratar, el redactor Oscar Arenas Larios no miró al frente, a ese pelotón de americanas y tejanos sentado en una sala llena de las florituras del diseño. El día que lo iban a contratar, Oscar Arenas Larios miró hacia atrás. Hacia las 287 cartas que nunca llegaron a su destino y a las 78 que no escribió jamás.

El febril e insidioso interrogatorio al que fue sometido no quebrantó su terca obstinación. No confesó sus pasantías y negó sus licenciaturas y maestrías. Porque aquella no era su vida. Él no era aquel mancebo imberbe que un día soñó con ser vocero de esperanzas y cachivaches. Quienes conocían su pasado sabían que lograría lo que se propusiera aunque nadie entendiera de qué se trataba. Así que no hubo duelos ni se organizaron partidas de búsqueda cuando, simplemente lo perdieron de vista en un aguacero de verano. Jamás regresó a su pueblo.

Luego sobrevinieron los tiempos de la guerra y sus miserias, y nadie sabe muy bien cómo, pero los ímpetus de Oscar produjeron decenas de cartas idénticas y con sutiles variaciones, a razón de una por día. Lo que parecía un entrenamiento absurdo, propio de las historias sincopadas de las moviolas del kinetoscopio, fue en realidad lo que llevó a que aquellos poderosos asociados con despacho en la ciudad se fijaran en él.

Antes de cumplirse un año de su desaparición, con los chiquillos aún andando descalzos por el lodo y los vientres hinchados, Oscar llegó a la ciudad con una barba crecida y poblada. Y entonces sí, capituló con los liberales y se dispuso a firmar un contrato para comerciar con su talento.

¿Están plenamente convencidos? ¿No quieren ponerme a prueba? ¿No desean estar seguros de mi capacidad de escribir lo que  ustedes quieran? preguntó al pelotón de americanas y tejanos.

No.

Dudó. Y sobre aquel instante de duda floreció otro.

¿Y, podemos hablar de mis responsabilidades? ¿Qué tipo de campañas haré?

Mierda.

*En homenaje a Gabriel García Márquez, fallecido ayer.

Standard
Emocionales, Narrativas, Pastiche, Sin categoría

270- Manuel de Pedrolo*

El cregresivo

Nadie lo cree, soy plenamente consciente de ello. Parece una historia, una fruslería, un pretexto para ganar tu próximo Cannes o generar expectación interesada en la red. Pero el caso es que yo fui uno de los mejores directores creativos del mundo. He firmado piezas de extraordinaria beldad, tengo varios másters, había ganado premios… Tú eres mi última esperanza y esta es mi historia.

Después de una prolongada permanencia en una boutique creativa, ay de mí, perdimos una cuenta importante y la dirección pedía responsabilidades. Con mis circunstancias, yo fui una cabeza de turco fácil de señalar, pues ya me quedaban pocos años en el negocio. Mientras discaba el número de casa para comunicárselo a mi mujer, me dije que toda mi motivación debía centrarse en mantenerme joven y seguir unos años más en el negocio… Y desconozco si existe un vinculo entre mi deseo y mi incompresible fato, pero aquí estoy: francamente irreconocible, pero sin flaquear en mi empeño.

Me volvió a crecer el pelo. De repente, un día, si lograba arrinconar a una chica alguna noche de copas, me sentía capaz de satisfacerla y hasta de preñarla. Con el paso de los meses, hasta lo logré. Dejó de dolerme el pecho y fui recuperando la postura erguida que me habían arrebatado los años de oficina.

Encontré trabajo en una multinacional como redactor creativo… Pero cada vez confiaban menos en mí e iba perdiendo condiciones laborales, con la excusa de unos supuestos recortes. De repente, mi mujer falleció y en su funeral me di cuenta de que mí familia ya no lo era. Era un extraño para ellos, algo monstruoso e inconfesable. Dejé el trabajo después de un año y cuatro meses y me mudé con la garganta atada por el llanto que yo no me permitía. Busqué suerte en una ciudad para mí forastera. No cedí al ansia, a la angustia, aunque encontrar un empleo era cada vez más difícil. Me veían joven y un book  con tantos premios presentado por una cara sin arrugas parecía una provocación. Entonces reparé en el prejuicio con el que yo también había anorreado unánimemente a tantos jóvenes: que la edad afecta al talento.

Ahora me presento como Oscar Arenas Larios, pues es la identidad que he conseguido para no despertar sospechas de nadie. Por lo visto, Oscar tiene una experiencia similar a la que, por mi aspecto, me echarías ahora. Soy alguien mendigando un trabajo para no terminar a sol y serena en este país de locos. Pero en realidad, solo soy el mismo becario que un día fuiste. Y soy el mismo director creativo que un día tuviste. Teniendo en cuenta esta circunstancia, seguro que puedo escribir algo que se adecúe a tus preferencias… antes de tener que volver estudiar publicidad.

*Si uno de mis escritores favoritos, Manuel de Pedrolo, siguiera vivo, hoy habría cumplido 96 años. Homenajearle e imitarle me sirve para usar El regressiu, un relato que firmaba en 1975. El viejo que rejuvenece puede que nos recuerde a El curioso caso de Benjamin Button de Francis Scott Fitzgerald, de 1922 y adaptado al cine hace unos años. Sin embargo, en la historia de Pedrolo, un hombre mayor rejuvenece y vuelve a vivir su madurez y juventud. Por ello, me sirve para reivindicar algo que, al parecer, debe olvidarse con la edad: que los jóvenes también valemos.

Standard
De Raymond Queneau, Emocionales, Estándares, Sin categoría

268- Impotente

¿Quién soy yo para cambiar algo de lo que me rodea? No puedo hacer nada,  solo soy Oscar Arenas Larios, ninguno de mis apellidos puede hacer nada por mí y la maltrecha economía de mi familia, aún menos. Sin dinero y sin trabajo, levantar cabeza ya es una tarea titánica. ¿Cómo levantar la economía, entonces?

Siempre puedo vagar buscando trabajo, agencia tras agencia, coleccionando noes, lo sientos, quieres ser becario, no buscamos a nadie o eres demasiado joven. ¿Qué decirles? ¿Que miren mi book? ¿Que yo soy distinto, que yo soy un buen copy? Deben haberlo oído tantas veces ya…

Al final, no sé ni cómo escribir esto. Dar pena no es una opción pero el optimismo es algo utópico. Tengo la sensación de que no existe una forma correcta de pedir trabajo y de que, si existiera, yo no tengo por qué ser su descubridor.

Pese a todo, reescribiré esta carta cada día del año emulando los ejercicios de estilo. Porque me distrae y porque tampoco tengo nada mejor que hacer. Sin embargo, sospecho que si no lo hiciera, conseguiría los mismos resultados.

Creativa y laboralmente, el paro te ata de manos y pies, rebaja tu potencial. Porque da la sensación de que si no tienes trabajo es por algo. Es muy difícil sacudirse esa etiqueta… ¿Cómo describir esa sensación en la que todo lo que hagas solo será una coartada de tu presunta ineptitud? Licenciarse no sirve de nada, estudiar un máster aún menos si tampoco lo terminas… Y trabajar de sol a sol en una gran multinacional es solo una actualización anodina de un perfil de LinkedIn.

En cierto modo, aún no he perdido las ganas de experimentar. Aunque no sirva de nada me gusta lo que hago. Y aunque mi motivación esté por los suelos, el mejor momento de las entrevistas siempre es aquel en el que pido que me pongan a prueba, que me digan qué estilo debería adoptar para estas cartas de frustración e impotencia… aunque no sirvan de nada.

Standard
Dialogadas, Emocionales, Evocativas, Pastiche, Sin categoría, Teatrales

265- Drama*

La generación perdida

ACTO ÚNICO

OSCAR ARENAS, gabardina con el cuello levantado, barba de dos días y sombrero de ala ancha; llega al muelle ante un barco a punto de zarpar. Despidiéndose de un grupo de gente con emoción contenida, entra en escena LARA DARÍO, pañuelo a la cabeza, maleta de piel grande y abrigo de gamuza granate de botones de madera.

LARA DARÍO
entre sorpresa y hostilidad
¿Qué haces tú aquí?

OSCAR ARENAS
Después de todo, no he podido evitar venir a despedirte. Hemos trabajado juntos mucho tiempo para que ahora pasemos meses, quizá años, sin vernos.

LARA DARÍO
mirando al suelo
HEMOS trabajado, Oscar. Olvida esos días porque el mañana se ha olvidado de nosotros. Nuestro talento es tinta en unos contratos de prácticas. Tú ya no eres redactor y yo ya no seré directora de arte.

OSCAR ARENAS
seguro
Yo aún soy redactor, Lara. Otra cosa es que no haya nadie dispuesto a pagarme por ello. Nuestro futuro siempre es mucho más que tinta y papeles. Me dan igual mis títulos, me dan igual mis clases.

LARA DARÍO
tensa
Claro.

OSCAR ARENAS
algo desesperado
Lara, no te vayas, no somos tinta. Somos las ideas que hacen correr la tinta. Yo podría escribir lo mismo de 365 formas diferentes. Si yo puedo hacer eso, tú puedes diseñarlo. No hay nada que nos pueda parar…

LARA DARÍO
interrumpiéndole
Excepto el paro mismo. Ninguna idea germinará en esta tierra sin dinero, Oscar. En el extranjero tengo entrevistas, tengo perspectivas, tengo un horizonte. Aquí solo hay edificios de hormigón que me impiden ver el atardecer. No desperdicies tu juventud aquí Oscar. Compra un pasaje y ven conmigo en el próximo barco.

OSCAR ARENAS
¿Cómo voy a ser redactor en una lengua que no sea la mía?

LARA DARÍO
llorando
Tú eres capaz de todo, Oscar, por favor. No tires tu juventud en este país…

OSCAR ARENAS
amargamente
Capaz de todo, menos de seguirte. Buscaré trabajo aquí. Demostraré lo que soy capaz de hacer… ¿Qué más da cometer errores ahora si los que venían antes ya los han cometido todos? Si tú dices que el futuro es una quimera. Allá dónde vas, también.

LARA DARÍO
sonriendo con resignación, secándose las lágrimas
Si me siguieras no serías el Oscar que yo conocí.

LARA DARÍO se gira para subir por la pasarela del barco. A medio camino se detiene y se da la vuelta para dirigirse a OSCAR ARENAS.

LARA DARÍO
sonriendo
No olvides escribirme.

OSCAR ARENAS
Solo si algún día vuelves.

Telón

*¡Feliz Día Mundial del Teatro!

 

Standard
Emocionales, Evocativas, Propuestas, Sin categoría

229- A mi ex

Seguro que ya ni te acuerdas de un tal Oscar Arenas al que te tiraste un día después del trabajo. Fue un año y pico lleno de miraditas y pies jugando bajo las mesas de reunión. Pero claro, no debes acordarte porque yo tampoco pienso en ti… En absoluto. ¿Quién va a pensar en ese copy con gafas que estudiaba un máster rarísimo? Ahora solo soy un perfil de Facebook con el que te topas de vez en cuando.

Te pusieron muy fácil el olvido. Tú y la agencia me dijisteis lo mismo: que no podíais contar conmigo. De ese despecho, en el fondo, nació este proyecto. Escribo cada día una carta para buscar trabajo diciendo lo mismo pero de una forma distinta y escribo cada día una carta de desamor con cosas diferentes de la misma forma. Llevo exactamente las mismas: 229 de cada. Sin embargo, las cartas para pedir trabajo se publican y las cartas de desamor se almacenan automáticamente en tu papelera de reciclaje.

Después de licenciarme en Publicidad, tocaba graduar mis expectativas doctorándome en Fracasos. Que no es lo mismo hacerse mayor que crecer. Así que aprendí todo lo que sé trabajando junto a ti y obtuve el título con honores. Un solo no convalidó todas y cada una de las asignaturas que me faltaban. De repente, con el certificado bajo el brazo izquierdo, muy cerca del corazón, me sentía más viejo aunque, siguen diciéndome que soy demasiado joven. Habrá que fracasar de nuevo. Me sobran motivos y me faltan sitios en los que hacerlo.

Dicho esto… ¿te apetecería quedar para tomarnos un café? El último que me bebí junto a ti me sentó horriblemente mal y me encantaría quitarme ese sabor contándote lo que he estado haciendo últimamente. Y ya que, en el fondo, creo que siempre estuve enamorado de tus ideas, me gustaría escuchar cómo tu imaginación me enseña a convertir un no en un sí.

Hasta pronto.

Una propuesta de @LaMuy

Standard
Emocionales, Sin categoría

226- Carta a mí mismo a los 33

Hola Oscar,

Te escribo desde tus 23 años. No te lo tomes a mal, pero eres una excusa más para escribir mis (tus) cartas para pedir trabajo. Este estilo era distinto a los demás y a estas alturas del proyecto, no le hago ascos a nada. Espero sinceramente que te tomaras la molestia de llegar a las 365 cartas para pedir trabajo. Hoy voy por la número 226 y tengo que admitir que  se me está haciendo pesado, así que confío que no me dejarás como un bocazas que incumplió su promesa.

De verdad: tengo esperanzas puestas en ti. Deseo que mejoren muchas cosas, que esto empiece a levantar cabeza y que, en parte, sea gracias a la iniciativa y al empuje de nuestra generación. Espero que hayas hecho algo más que quejarte y escribir y que jamás dejaras de probar vías nuevas.

Supongo que Oscar Arenas Larios seguirá al pie del cañón, que terminarás el máster y que encontrarás trabajo, ya sea en una agencia de publicidad o, mejor todavía, que simplemente, des con el puesto de tu vida. Lo mismo has ganado algún premio o eres director creativo… Sea lo que sea lo que te haya deparado la vida, no pierdas jamás la motivación ni las ganas de experimentar. Sin duda, son lo que te ha llevado hasta dónde estás y lo que te llevará aún más lejos. Porque ¿seguirás escribiendo, fuera del trabajo, retándote a diario, verdad?

Por cierto, tengo varias dudas, ¿cuándo dejaron de desautorizarte diciéndote que eras demasiado joven? ¿Qué dirías ahora de tu book de novato? ¿Se te habrán ocurrido, diez años después, aún más estilos a los que adaptar tus cartas para pedir trabajo?

Standard