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54- Martin Luther King*

Encantado de saludarte. Bienvenido al lugar dónde el presente se ha citado con la historia. No podía ser otro sitio, amigo, porque hoy es el día en que todo empezará a cambiar bajo los ojos del Altísimo.

Hará un año y ocho meses que empecé a trabajar, con la firma del Convenio de Prácticas. Era un puesto de becario, con una posibilidad implícita de trabajo fijo; un faro un cuya luz guía erróneamente a muchos jóvenes. Tal vez el puerto hacia el que me orientaba ese faro no era el mejor muelle en el que atracar, porque ya sabes, amigo mío, que la flagrante injusticia del empleo precario jamás puede resistir las mareas del paro.

Y aquí me tienes, un año y ocho meses después, en paro, un náufrago en un océano en el que nadie muy pocos salen a flote. Los convenios de prácticas no fueron creados para volver a abandonar los jóvenes a su espantosa condición de paro, privados de ingresos y por tanto de libertad y felicidad.

Hemos sido engañados con los faros traidores de la formación, los falsos ídolos de unos mercados baldíos de trabajo. De nada sirven ahora la licenciatura o el máster, si hay muchísimos otros a quienes Dios ha formado para sus cometidos. Se nos dio un cheque para nuestro aprendizaje y nuestros estudios, y ahora parece que nadie, tampoco nosotros, podrá cobrarlo de vuelta si no podemos ganarnos nuestro pan. Aunque rehúso a creer que nuestro futuro pueda declararse insolvente: no se puede negar el crédito al talento y a la motivación. Así que he venido a pedirte amablemente lo que tú y tu generación le debéis a la mía: un empleo digno y de acuerdo con nuestra formación.

No quiero que creas que me estoy revolcando en la desesperación ni que pretendo darte pena. Dios sabe que no es así. Quiero decirte hoy, amigo, que pese a todas las dificultades; incluso pese al no que estás a punto de darme, sigo teniendo un sueño… un sueño en el que esta sociedad no deja jamás de creer en el valor de las palabras y las ideas.

Tengo un sueño… en el que un día este país se despertará y recordará esos días aciagos de paro juvenil por encima del 50%. Un día en que nadie olvide jamás que el trabajo es un derecho, que una sociedad debería velar para que todo el mundo tenga la posibilidad de ganarse la vida por sus propios medios sin depender de nadie. Y que tú, tus colegas y tus accionistas también pertenecen a esa sociedad.

Tengo un sueño en el que, en los túneles del metro, antiguos becarios y quienes firmaron sus convenios irán a trabajar juntos, en igualdad de condiciones, en oficinas dónde la juventud es una característica más, no un lastre que te aleja de tu futuro.

Tengo un sueño en el que las agencias hoy desiertas se convertirán en un oasis de creatividad y  premios, con el talento que hasta hoy se están perdiendo.

Tengo un sueño en el que mis hijos no serán juzgados por las piezas de su book, sino por sus capacidades de hacer lo que se les pida en su trabajo, de escribir lo que ahora mismo necesitas que alguien te escriba, sin que importe su edad o su currículum.

¡Hoy tengo un sueño! Un sueño en el que tú me ayudabas a hacer un sueño realidad.

*Hoy se cumplen 50 años del I have a dream de Martin Luther King. Su sueño aún no se ha cumplido del todo. Espero de todo corazón que el mío tarde un poquito menos.

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