Existen dudas razonables de que el sujeto O.A.L. presente un cuadro obsesivo compulsivo. Pese a su conducta repetitiva fácilmente observable, parece que achacar sus síntomas a una obsesión sería un diagnóstico precipitado . En su mente hay un torbellino confuso de conceptos en cuyo vórtice se encuentra una voluntad ciega para conseguir un trabajo como redactor creativo. El sujeto repite cada día una tarea que cree le acerca a dicho objetivo: escribir una carta para conseguir ese trabajo. Sin embargo, en el pertinente análisis de esas cartas, se halla la evidencia de que no son repeticiones, al menos en las formas, pues cada día es radicalmente distinta al anterior. Por eso, antes que el nombre de su dolencia, lo más interesante a nivel clínico en este paciente pueden ser los orígenes de ésta.
¿Podría tratarse de un síndrome de Demóstenes, una necesidad de mostrar los conocimientos adquiridos en su licenciatura en Publicidad o en su máster en Psicocreatividad? Su alta motivación y sus ganas de experimentar tampoco permiten descartar que se trate de un mecanismo de sublimación de los traumas sufridos durante el año y cuatro meses que trabajó en una agencia multinacional. Y además, no hay que olvidar que su juventud probablemente implique un deseo oculto de tener relaciones sexuales con su madre.
Cabe remarcar que O.A.L. no presenta anomalías de tipo social, ya que colabora con en su terapia y además, se muestra muy inclinado a realizar una entrevista como parte de su camino a conseguir ese trabajo que tanto ansía. Además, no muestra rechazo a propuestas de los lectores para sus cartas, e incluso está dispuesto a que eso sea un medio para ponerle a prueba, con lo cual muestra una alta confianza en sí mismo muy sana, si bien algo cercana al narcisismo.
Otra propuesta de Belén Estrada.