Protegeré el ejercicio de estilo, retaré al jefe de la agencia por su plaza de garaje y me dejaré las cejas en demostrar que soy el mejor. Picante como el ajo, señalo la paja en el ojo ajeno, con punta de aguja.
No me alejo ni con lejía: joder a Oscar Arenas es jalonar el ajetreo de los que no jalamos jamón de Jabugo, pues no me jacto sino justifico mi jocosa juglaría y mi cobijo de junior.
Eso sí, da coraje el jardín en el que me he metido: jugar con rojo fuego, con el lenguaje, hoy de traje, mañana andrajoso, trajimos jerigonzas, gimieron los jodidos y llamamos al pasaje.
Vigésimo tercer año de vida, parezco joven, pero te juro que no flojeo. No podrás quejarte de que mi reloj da la hora en digital porque con los vocablos hago bricolaje, con las ideas tejo jerseys y deshago madejas. Qué más da si es pegajoso o es pura geometría: todo encaja.
Júzgame: soy majo, ¿cómo ves mi bagaje? ¿qué tal ese anuncio de jabón? ¿A qué quieres que juguemos?
*Una aliteración es un recurso literario que consiste en la repetición de un determinado sonido para lograr una determinada sensación. En mi caso, como resulta evidente, he escogido la jota, por ser un sonido característico del castellano y dar la impresión de que es una risa. Todo muy divertido, sí, y muy incomprensible.