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28- Obituario

La muerte puede ser tremendamente cruel cuando llama a nuestra puerta. Ese ha sido el caso del joven Oscar Arenas Larios (Lleida, 1990), que ha fallecido buscando trabajo sin haber tenido nunca uno estable. Oscar soñó hasta el último momento con ser redactor creativo en una agencia de publicidad y su único contrato indefinido ha sido el descanso eterno. El karoshi se lo llevó después de escribir obsesivamente 28 cartas de presentación. Y dice mucho de su motivación que él sea el primer parado del mundo que muere por exceso de trabajo. Sin embargo, ser excepcional no libra a nadie de la muerte.

Su deceso ha estado acompañado por misterio ya que Oscar fue encontrado sin vida con la cara sobre el teclado de su ordenador y con un mensaje en la pantalla, una sucesión aleatoria de letras, cuyo significado está velado por una de sus grandes pasiones, llevar el idioma al límite. Y es que su aventura para encontrar trabajo trataba de demostrar que podía adaptar un mismo texto a cuántos estilos se le propusieran para encajar con cualquier situación. Lamentablemente murió antes de alcanzar su ambicioso objetivo de 365 estilos diferentes y ahora jamás sabremos si su talento estaba a la altura de su motivación.

Licenciado en publicidad en 2012, sus compañeros solo tienen palabras de elogio para él como «La facultad está cerrada, volveremos a abrir el 1 de setiembre.» o «A mí no me mires, yo soy la jardinera.» Y es que, cuando la muerte arranca un joven de la vida, su pérdida se hace patente en todos los proyectos inacabados que deja inacabados. Su epopeya para econtrar trabajo no ha sido el único, ya que también quedarán trucados su máster y todos los truchos que pensaba presentar al Drac Novell 2013.

Aún así, hay que precisar que Oscar pudo cumplir en parte su sueño, ya que antes de empezar a escribir sus cartas diarias, ya había dedicado un año y cuatro meses de su vida al duro trabajo en agencia, imaginando que conservarlo le costaría la salud. Una auténtica lástima que no intuyera que lo que le costaría la vida sería, precisamente, el paro.

Sin duda, siempre se van los mejores. Pero nuestro hombre era tan joven que ni tan siquiera disfrutaba de la aprobación social de ser incluído en esos mejores. En cualquier caso, si hay un Diosrector Creador, este sabrá buscar para Oscar un lugar en el cielo; un lugar que, por desgracia, no pudo encontrar en la tierra. Seguro que, para la inmensa sabiduría del Diosrector Creador, eso será posible sin necesidad de entrevista, porque ya conocerá los gestos de Oscar.

Para consuelo de quienes lloramos su pérdida, hay que pensar que murió feliz pese a todo, porque estaba haciendo lo que amaba: escribir. Y en la sonrisa que había en su rostro está todo escrito. Imaginemos, por un momento que sigue ahí, en algun lugar, cómo esa idea con la que aún no hemos dado… ¿Qué estilo de carta habría escogido para mañana?

D.E.P.

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