Hola soy Pepi en este momento no estoy. Deja un mensaje después de…
Ay, señora Pepi, soy la Gregoria, la portera. Que yo le tengo mucha ley a usted y necesito que me diga que hacer con unas cosillas suyas que tengo por aquí, a ver, el picardías que le cayó por el patio de luces, que ya lleva tantos días aquí que se va a poner amarillo como el papel pintao de las paredes… y eso que el picardías es negro, bueno, que cuando lo va a recoger usted. Ya me dice.
Lo otro parece más urgente… que un chico ha dejao aquí en la portería unos papeles preguntando por usted y yo claro, no le iba a decir si usted vive aquí o no, que yo soy muy discreta, ¿sabe? Así que los he cogido como sí nada, pero claro, como parecía majete y formal, pues digo voy a dejarle el recao, no vaya a ser que.
Es un sobre… En el remite pone Oscar Arenas Larios, redactor creativo. Me da coraje que no pueda ser del trabajo de usted, que no sea algo importante. Mire, si no le molesta yo lo abro y le digo a usted lo que hay dentro, así me quedo más tranquila y ya, si es importante, viene usted a recogerlo cuando pueda. Mire, hay uno, dos tres… Uy, que barbaridad… Cuarenta y cuatro cartas. ¿Qué? Un momento señora Pepi.
¿Qué te pasa Lucía? ¿Que los rulos qué? No sé dónde los has puesto. Para qué los quieres, si ya no se lleva la permanente de hace lo menos 20 años. ¿Para qué? Uy niña, pero eso te va a rascar ahí abajo.
Mire, entre usted y yo, el chaval no estaba mal, era jovencito, a lo mejor un poco afeminao, a lo mejor era cosa de la camisa de flores, pero usted ya sabe que esos son los que después le meten más caña… ¡que una no es ciega, señora Pepi! Cómo se levantaba usted esa falda de volantes roja, yendo pal ascensor con ese truhán del pub de enfrente, el otro día… A ver, que pone aquí, uy dice que es licenciado en Publicidad y Relaciones Públicas… Aquí una servidora sí le daba unas cuantas relaciones púbicas al mocetón este, que desde que mi marido no me toca ando como gata en celo arrimándome al gotelé de las paredes… Y que tiene un máster en no se qué, bueno ya sabrá usted lo que es eso. Pues que parece que quiere trabajar para usted, señora Pepi. Normal. Es que aún tengo en la memoria sus primeros anuncios, ¿eh? Que yo siempre llevo bragas, por aquello que dijo usted, del hagas lo que hagas.
Ay y ese del Ecce Omo también era muy bueno, ¿eh?
Bueno, déle una oportunidad al chico, ya que se ha tomado la molestia de averiguar dónde vive… y si ha logrado saber eso, que más no puede hacer… ¿No le da así como morbo eso de sentirse espiada? Ay, Luci no chilles tanto, ya te he dicho que te iba a rascar, a ver qué se va a pensar la señora Pepi.
Usted, póngase en contacto con él rápido, que estas cosas hay que zanjarlas cuanto antes mejor… Yo que sé a los yogurines, una puede llevarnos por dónde quiera y enseñarles bien. Incluso si les quita el virgo, lo mismo los tiene atados a la pata de la cama hasta la menopausia…
¡Señora Pepi! Qué disgusto… Ahora me ha venido a la cabeza quién es este chico. Estuvo la semana pasada llamándole al telefonillo varias veces, sin saber que lo tenía usted averiado. Yo no dije nada. Luego, me subí a comer y creo que se cameló a la Luci porque después me encontré la encontré babeando medio dormía el suelo y vi que faltaban sus cartas… Ay, no sé que pensar, señora Pepi, porque no le llama para aclararlo todo, que esto pinta muy malamente. Si usted no le dice nada, lo mismo se inventa otra locura que hacer mañana, dígale que escriba algo muy complicao, yo que sé, que usted tiene un pico de oro… Pero que no vuelva por aquí, que me da mal fario este chico, que quiere que le diga. Bueno llámeme sin falta. Ahora yo cuelgo que empieza mi programa de pasodobles y boleros favorito…
(Una propuesta de Patri Esteban)