Huye lentamente mi laburo,
como payadas en los sesos de la historia.
Cantaré un año de versos milongueros
al oído de minas desprevenidas
hartas de las mismas ideas marchitas.
Después de mi otra entrevista perdida,
La tristeza se fuma el cadombe y
apaga el pucho sobre mis manos,
¿cómo descubrir así cosas nuevas
si arden todas igual que las viejas?
Ya no soy aquel redactor,
ahora se me ve un maleta,
un licenciado licencioso,
alcanzando los doscientos cincuenta
tangos tristes y melangiosos.
Escribidor en constante devaneo
quiero matar mi rencor a cartas,
rebajo con mis lágrimas en la caña
desde el otro lado de los cristales
de agencias con alegres ventanales.
Soy, Oscar Arenas Larios, para servirle
Buscando propuestas a media luz
no encuentro las referencias de mi book
qué lindo sería, che,
que me las terminaras diendo vos…
Ya no soy aquel redactor,
ahora se me ve un maleta,
un licenciado licencioso,
alcanzando los doscientos cincuenta
tangos tristes y melangiosos.
Una propuesta de Maria Luisa Delprato