De Joan-Lluís Lluís, Formales, Sin categoría

79- Academicista / artistoide

Lo que me planteo con mi performance 365 formas de pedir trabajo es ahondar en la metafísica del hastío sublimada en las connotaciones de los textos. Quiero articular mi discurso alrededor de un pretexto cualquiera, casi azaroso: la realización laboral de mi alter ego, un redactor creativo llamado Oscar Arenas que desea trabajar en una agencia de publicidad.

Con esta excusa, convierto una carta reescrita a diario en un vehículo de reflexión sobre las posibilidades plásticas del lenguaje y la elasticidad que admite ante un cometido conceptual claro. Durante mi formación como publicitario y psicocreativo ya exploré las posibilidades connotativas del lenguaje, aunque sin duda la cumbre de mi exploración se dió en OgilvyOne Barcelona dónde fluctuaba entre estilos de lo más heterogéneos, por la naturaleza de los encargos que recibía. Creo que 365 formas de pedir trabajo es una obra necesaria, llamada a ser un referente y a reivindicar el potencial de los jóvenes creativos en la postmodernidad tecnológica.

Sin embargo, pese a que es innegable un cierto trasfondo futurista o maquinista (del oulipismo de Queneau), la obra cuenta con una dimensión de creación colectiva, ya que el espectador ubicuo e hipertextual puede ser el catalizador de una nueva variación formal. Cualquiera puede participar y está invitado a hacerlo: 40 de las 79 variaciones hasta el momento son propuestas, con lo cual 365 formas de pedir trabajo es una obra que puede tener muchas formas a al vez. En resumen, aquí el autor es un mero soporte: la obra cobra sentido cuando el lector comprende, aprende y emprende, involucrándose con sus propuestas en el proceso de creación.

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