Sin duda yo era el primero que no esperaba escribir esta carta. O al menos esperaba no hacerlo mientras durara 365 formas de pedir trabajo. Pero, admitámoslo: habiendo conseguido mi objetivo a la altura de la carta 138, lo que quedaba por delante era un camino demasiado largo para recorrerlo sin sorpresas.
Así que, toma giro inesperado para despertar bruscamente a la rutina: me he quedado sin trabajo. Ayer venció el contrato de seis meses con el que se me fichó y no lo hemos renovado porque no sé, no puedo o no quiero encajar con determinado modelo de agencia. Y estemos aquí sin drama alguno pero con todas las lecciones aprendidas. Una de ellas, quizá la más importante es que este bache no quita que me pueda entender con otra agencia en Barcelona, España o América Latina.
Así que seguiré haciendo lo mismo que estaba haciendo hasta ahora: pedir trabajo de una forma distinta cada día. A 46 cartas del final esto es una auténtica prueba de fuego en la que cada palabra cuenta para venderme de nuevo. De momento, ya he preparado mi currículum y he actualizado mi book.
Pero la auténtica noticia no está aquí. Aprovechando el tiempo libre que tengo de repente, empezaré a trabajar para convertir las 365 formas de pedir trabajo en un libro. Sí, sí. Ya estoy en condiciones de avanzar que lo financiaremos por crowdfunding y que cada carta tendrá un diseño único y distinto al del resto. Para llevar a cabo semejante proeza contaré con la ayuda de varios diseñadores y directores de arte… jóvenes, parados o en condiciones precarias. Además, espero que pronto se incorpore al proyecto un corrector recién graduado.
Así, incluso después de terminar 365 formas de pedir trabajo, el proyecto seguirá mostrando el talento que se pierden muchas empresas que no fichan jóvenes (o les condenan a la inestabilidad laboral).
Gracias a todas y a todos por seguir ahí.