Hola, buenos días. No quisiera molestar, al ser fin de semana y esas cosas, nunca se sabe… Verá: estoy buscando trabajo en una agencia de publicidad. Puedo trabajar de lo que sea, pero si pudiera ser, me gustaría entrar como redactor creativo, porque esa es mi especialidad, aunque tampoco soy nada del otro mundo. Y me llamo Oscar Arenas, aunque dudo mucho que haya oído hablar de mí.
He escrito alrededor de unas 225 cartas de presentación distintas partiendo del mismo texto y como apenas le saco 100 cartas al record actual, el gran Joan-Lluís Lluís, si no le interesa verme, de verdad que lo entenderé. Y, de paso, quiero decirle que me parece una osadía por mi parte tratar de desbancar a un autor consagrado con mi escasa experiencia. Para compensar eso, quiero suplir mi insignificante destreza con disposición y ganas de trabajar, por lo que trataré de alcanzar las 365 cartas para pedir trabajo, aunque tampoco está claro que lo consiga.
Más allá de eso, mi perfil no destaca por ninguna razón: pasé una temporada en una pequeña agencia multinacional mientras cursaba un máster que, pese a mis esfuerzos, aún no he logrado terminar. A nivel anecdótico, también me licencié en Publicidad, pero con la pérdida de calidad de la educación y con la de licenciados que hay por el mundo, dudo que sea un dato muy relevante.
¿Sería mucho pedir solicitar una entrevista? Realmente imagino que usted tiene poco tiempo y que no tiene por qué querer invertirlo en alguien como yo. En ese caso, le pido que ignore esta carta y no me lo tenga en cuenta. Sin embargo, si pudiéramos comentar las campañas en las que se me permitió hacer mis pequeñas aportaciones, sería todo un honor para mí. Por supuesto, sería yo el que me adaptaría plenamente a su disponibilidad. Y si aún no he colmado su paciencia ni mi atrevimiento me encantaría pedirle ayuda en mi proyecto: ¿tiene alguna propuesta de estilo a la que adaptar esta misma carta para otra ocasión?
Muchísimas gracias por su tiempo, de verdad. Aprecio mucho su gesto. En serio.