De Joan-Lluís Lluís, Formales, Pastiche, Sin categoría

292- Josep Pla*

La luz resbalaba por las paredes del despacho y yo estaba tratando de asumir aquella negativa educadísima y que, a la vez, convertía mis promesas de motivación y experimentación en pavoneos pueriles.

—Quisiera hacerle una pregunta, si no es indiscreción. ¿En qué se basa para considerar mi juventud como una contrariedad?

—Tal vez es usted un poco vanidoso. Un redactor creativo debería tener una pizca más de humildad.

Estaba delante de un hombre de cabello entrecano que coqueteaba con la calvicie y que pese a sus facciones totalmente olvidables pretendía lograr cierta transcendencia a través  de unas vitrinas repletas de metales de certámenes y concursos varios. Que llevara el cuello de la camisa abierto y desde aquella posición me judicara vanidoso suscitaba en mí una cierta aspereza. Urdí una excusa no demasiado alejada de la realidad para seguir tejiendo mi discurso tras ella.

—Comprenderá que estoy algo fatigado después de 292 cartas —musité retirando mi portafolio, de una procacidad estilística vulgar, si se compara con mis cartas, todo sea dicho.

Con dicha maniobra pretendía replantear la cadencia que estaban tomando las preguntas y reconducir una entrevista que me había costado meses ganarme y cuya continuidad estaba más que puesta en duda. Durante los meses posteriores a mi salida de cierta agencia multinacional, me había dedicado a reescribir con metodismo e insistencia diarias mi carta de presentación. Mi meta era alcanzar las 365 versiones del mismo texto para hacerme merecedor de una cierta atención por parte de publicitarios y reclutadores. Una elección no demasiado grata pero completamente natural si se repara que, en aquellos tiempos de ética trastabillante, un título o unos estudios universitarios no tenían toda la buena consideración que debieran.

Vislumbrando ya el final de la empresa, su dimensión perdía dramatismo y hasta había quién percibía mis humildes ejercicios de escritura como pretensiosas exhibiciones literarias. En aquellos momentos, convenía convertir la crítica en una oportunidad.

—¿Qué se le ocurre para escribir mi carta mañana, maese? Por supuesto tiene total libertad para proponerme algo. Así haré méritos para tener yo otra libertad: la de demostrarle mi valía.

*El 23 de abril es el Día del Libro y los Derechos de Autor porque se dice que tanto Shakespeare como Cervantes murieron tal día como hoy. Sin embargo, el 23 de abril de 1981, también murió Josep Pla, el que quizá ha sido el escritor catalán de no-ficción más importante de todos los tiempos. Para homenajear su prosa rotunda y evocadora, sirva pedir trabajo cómo creo que lo habría hecho él.

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