Mi nombre es crujiente, Oscar, y está envuelto por unos apellidos de suave terciopelo, Arenas Larios.
Entierro bajo pesadas letras la incisiva luz de la pantalla, contando mi amarga historia. Me quedé en una situación pantanosa: joven y desempleado en un sector en contracción. Eso contrastaba con mis ambiciones brillantes: ser redactor creativo en una agencia de publicidad. Ante eso me condené a luchar contra la altiva blancura de la hoja, en conjurar ásperos caracteres y melodiosas frases para reinventar a diario mi insípida carta de presentación y terminar saciando algún día mi sed de liquidez y estabilidad.
Y es que mi aséptico perfil por sí mismo no iba a llegar a ningún lado: obtuve una gris licenciatura en publicidad en 2012, que decidí complementar con un vistoso máster en psicocreatvidad que aún estoy terminando. Paralelamente, empezaba a probar los sinsabores y las mieles del mercado a laboral, desde un puesto muy apetecible en una agencia multinacional. Muchos afirmaron que me veían verde, pero quizá se tratara de una viscosa ilusión, pues mi motivación me endurece y la silenciosa experimentación me mantiene en constante crecimiento.
¿Quieres oler el perfume de mis ideas y catar las piezas de mi book? Tendrás una oportunidad para ello si me concedes una cálida entrevista. Sin embargo, te lanzo un reto escurridizo para entonces: quizá te interese ponerme a prueba con unas palabras envenenadas que convertir en mi melosa carta de mañana…